Científicos reportan que el océano Atlántico ha experimentado un enfriamiento acelerado e inesperado, estableciendo un nuevo récord en cuanto a la temperatura superficial y desafiando previsiones meteorológicas. Si tales condiciones se mantienen hasta finales de agosto, se confirmará oficialmente la presencia del fenómeno denominado La Niña atlántica.
¿De qué se trata?
En los últimos tres meses, los investigadores han notado un enfriamiento del Atlántico ecuatorial sin precedentes desde que empezaron los registros en 1982.
Desde principios de junio, la temperatura superficial de esta zona del océano ha sido entre 0,5 y 1,0 °C más fría que el promedio para esta época del año.
El cambio se concentra en un corredor estrecho a lo largo de la línea ecuatorial cerca de la costa africana, donde los vientos alisios contribuyen a esta transición rápida y notable de temperaturas cálidas a frías. Se podría pensar que un cambio de 0,5 °C no tendrá consecuencia alguna, no obstante, según los especialistas, impactará en la cantidad de precipitaciones en los continentes circundantes.
La Niña va junto con El Niño atlántico, que es el calentamiento de la superficie del océano o temperaturas superiores al promedio, dos fenómenos que producen ciertos cambios climáticos, detalla el portal informativo de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos. (NOAA, por sus siglas en inglés).
Un fenómeno diferente al esperado
Sin embargo, hay preguntas que siguen sin respuesta para los científicos que analizan el desarrollo del fenómeno, como el hecho de que este enfriamiento ha coincidido con un debilitamiento de los vientos alisios, un comportamiento contrario al esperado, puesto que normalmente estos arrastran aguas superficiales, que llevan corrientes relativamente frías de las capas más profundas del océano a la superficie. En consecuencia, al reducirse su intensidad, deberían calentar el agua, no enfriarla; pero, hoy en día, ocurre un fenómeno completamente diferente.
¿Cuál podría ser su impacto?
La Niña atlántica puede conllevar cambios significativos no solamente para la temporada de huracanes, que normalmente se extiende desde el 1 de junio hasta el 30 de noviembre y ocurre cuando las aguas costeras del Atlántico y del golfo de México se calientan, sino también para el clima global.
Así, se estima que este fenómeno tiende a provocar la reducción de las precipitaciones en la región del Sahel en África y, por otro lado, aumentarlas en el golfo de Guinea, además de acarrear cambios estacionales de la temporada de lluvias en el noreste de América del Sur e influir en la cantidad de ciclones tropicales al limitar las circulaciones provenientes de la costa africana.
Fuente: Actualidad RT